El pasado 13 de febrero de 2015 participé en las Xª
Olimpiadas de biología de la fase aragonesa como alumna de este centro IES
Virgen del pilar, una competición promovida con el propósito de difundir y
motivar a todos los estudiantes de bachillerato a estudiar esta asignatura.
A pesar de que ha requerido un esfuerzo adicional al ya
necesario por 2º de bachiller, pues supone estudiar la materia de este año y
repasar el temario del curso anterior, ha sido una prueba inolvidable para mí
ya que ha supuesto nuevas experiencias y grandes sensaciones, todas ellas muy diferentes.
Desde que mi profesora me comunicó la posibilidad de
participar en estas olimpiadas, ya sentí ilusión por el hecho que suponía poder
participar en un acontecimiento de esta envergadura. Hasta la fecha del examen
pasaron unos meses algo difíciles, y sobre todo caracterizados por la tensión y
los nervios, que se acrecentaron con forme se acercaba la fecha.
El citado
día 13 no podría decir que fue una mañana como otra cualquiera, únicamente
sentía que en mi cuerpo predominaba la inquietud pero al mismo tiempo tenía una
gran emoción por la pericia que suponía.
Una vez en
el aula magna de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Zaragoza, la
tarde transcurrió más rápido de lo que pensaba. Esa tensión, que hasta podría
considerar buena, en cierta manera, me duró hasta que comenzó la prueba, al ver
las preguntas y darme cuenta de que más o menos me sonaban y al concienciarme
de que el hecho de estar allí ya era el mayor logro y fui a hacer lo que pude,
nadie me exigía nada.
Tras dos horas y media de examen, repartidas en la parte
teórica y la parte práctica, el esfuerzo estaba hecho y a pesar de saber que no
todo estaba bien, pues era inconcebible, me sentía la persona más orgullosa.
Consideraba que el trabajo previo había merecido la pena por el simple hecho de
haber participado.
Pero todo no acabó allí como yo si pensaba que ocurriría. Dos
días más tarde, una llamada de teléfono por parte del coordinador de estas
olimpiadas, puedo decir que fue algo inesperado. Esto fue debido a la noticia
que me transmitió: me había quedado entre los seis primeros clasificados de
Aragón. Aquel momento sí que fue realmente cuando más sentimientos y emociones
juntos tenía. Algo increíble, que me conmovió profundamente. Un momento muy
difícil de expresar. El sentimiento de alegría se mezcló con la liberación de todos
los nervios antes pasados, que desembocó en una sonrisa difícil de quitar.
Otro de los momentos dignos de recordar fue el lunes
siguiente, al darle la noticia a mi profesora, quién indudablemente tenía parte
de mérito en el premio. Además de las continuas felicitaciones por parte de
muchos otros profesores y compañeros.
Y finalmente, todo acabó justo a la semana siguiente, el 20
de febrero, el día de la entrega de premios en el Patio de la Infanta. Todo un
equipo directivo tanto de la Universidad de Zaragoza como del Gobierno de
Aragón fueron los encargados de repartir los premios entre todos los
galardonados de biología y geología. En lo que respecta a los de biología, se repartieron
tres primeros premios, quienes pasarían a la fase nacional, y tres segundos de
accésit, entre los que me encontraba.
Mi paso por esta olimpiada me ha dejado una profunda huella,
y ya no solo por el hecho de haberme clasificado como segunda premiada, sino
por todo lo que suponía: haber sido capaz de participar ya era la recompensa
por el esfuerzo realizado y por los nuevos conocimientos obtenidos. Pude
comprobar por mí misma que es cierto que cualquier actividad que se hace con
ganas, voluntad y esfuerzo, tiene su más merecida recompensa.
Paula Gómara Utrilla, 2ºBCT
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